Los cambios de estaciones marcan un ritmo cíclico en nuestras vidas donde cada estación nos prepara para la siguiente.
En el otoño el paisaje cambia de piel y suelta lo maduro para medir las energías y afrontar el invierno. Todo este movimiento de energías nos afecta por dentro porque también somos naturaleza.
Con la práctica del yoga acompañamos de manera amorosa y cuidadosa esos cambios cíclicos, ayudando al cuerpo a subir nuestras defensas para afrontar alergias y resfríos, y a calmar los pensamientos de la vorágine del día a día.
Buscar el equilibrio en el epicentro del movimiento, seguir sintiendo la raíz en los pies y trabajar en la flexibilidad de nuestra mente y cuerpo.
¿Y vos cómo te preparás para el otoño?